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Profesor de Castellano y Filosofía Consejero Educacional y Vocacional Aprendiz de Escribidor

viernes, 27 de junio de 2008

Si usted volviera, Doctor Allende

Por: Marco Antonio de la Parra
psiquiatra, escritor y dramaturgo chileno.
Fecha de publicación: 26/06/08

No sé qué espacio tendría, Doctor, en este mundo raro que vivimos ahora. Yo lo tuve muy cerca, en una clase de ética médica. Llegó en su Fiat 125 azul oscuro. Si viera las columnas de coches blindados que vimos pasar tantos años, tan cerca también, tan intimidantes, feroces, con los dientes apretados, con sus fauces de perro. Usted, Doctor, entró amable a la clase.
Nosotros estábamos nerviosos. El país no se incendiaba aún. Era su primer año de Gobierno. Habló de cómo los médicos han estado siempre preocupados de la política, la salud, la higiene, planteamientos de índole pública.
Han cambiado mucho las cosas, Doctor, hay gente que aún se mueve como en sus tiempos de agitación, pero son los menos. La mayor parte de la gente parece caminar mirando el piso, soportando la marcha cruel del libre mercado. Como seguramente ha sabido, no hubo socialismo, ni real, por suerte, ni utópico. Sabrá que se vinieron muchas utopías al suelo y quedó solamente en pie el neocapitalismo. O sea, lo mismo de antes pero aplicado a todo, desde el amor a la salud, la educación, el ocio, la fiesta, el trabajo. La gente hoy se endeuda, no ahorra. El pueblo no existe en los discursos y es, a lo más, una multitud que acude en masa a sembrar de pétalos la marcha del catafalco de un general de Carabineros. No hay movilización aunque la injusticia sea la misma o quizás hasta peor. Hay más dinero pero también hay más deudas. Hay más automóviles, más televisores, más electrodomésticos. Hay muchas tiendas. Se marearía de verlas. Los diarios dicen todos casi lo mismo. "The Clinic", una extraña revista de humor sarcástico, lo ha dibujado como una especie de superhéroe pop.
La gente, sin embargo, lo admira. Aunque se tiñan el pelo, aunque se vistan de negro y se maquillen pálidos como muertos, aunque estén encaramados en los nuevos buses que como antes están llenos y no se sabe todavía qué hacer con ellos. No hay salud para todos, no hay educación para todos o, por lo menos, si la hay es cara y difícil de sostener, no hay espacio laboral para todos.
Hay muchos supermercados y la prosperidad a ratos lo tiñe todo de malls. La gente, cuando se distrae, sale de compras. Las tarjetas de crédito son más importantes que la cédula de identificación. La Visa es más importante que la vida. Los políticos apenas tienen tiempo para decir lo que piensan en los instantes que les concede la televisión, siempre pobres, siempre pocos. No se lleva su oratoria. Se lleva el guiño, la simpatía, una cosa que llaman la farándula. Aquí le habrían hecho entrevistas en "CQC" y sería portada de periódicos populistas que sólo están interesados en la diversión de la ciudadanía. No hay libros para todos. No hay nada parecido a lo que fue Quimantú, los libros son caros y escasos. El tiempo está tomado por los celulares y el internet. Todo es muy rápido y hasta el ocio es un negocio.
La televisión pautea la vida. Quizá lo invitarían a "Tolerancia cero" y serían duros con usted como casi no se usa.
Afuera hay protestas, como en sus tiempos, los camioneros, los estudiantes, el pueblo mapuche. No tienen la resonancia de antes. No hay en el aire la sensación de una revolución inminente. Más bien el cambio es de color de pelo, o de ropa usada, o de disco de moda. Por eso el orador, el gran orador, no tiene sitio. Y menos el romántico utópico. Todo es tan práctico, tan tecnocrático. A ratos eficiente, y se agradece, y cuando no lo es, la gente reclama. Y mucho. Para ser chilenos, esos que usted llamaba los habitantes de un país notarial, casi en exceso.
Lo echamos de menos igual. En el Senado, su estilo, su prosapia, su verbo. Lo silbarían muchos de los que estuvieron en el Gobierno militar, lo aplaudirían hasta los díscolos. Sería extraña su reaparición como senador vitalicio. O como senador fallecido ilustre. Quizá debería reformarse la Constitución y deberían participar algunos espíritus ilustres por votación popular. Y usted, Doctor Allende, sabría mucho más. La experiencia de los muertos no conoce barreras. Seguramente sería más contenido, apasionado pero terriblemente realista. Aun así, sería bueno verlo llegar, de terno, en guayabera, como se le ocurriese. Lo esperamos, Doctor, que los muertos tienen mucho que decirnos a los que nos hacemos los vivos.
15 de junio 2008.

jueves, 26 de junio de 2008

DECLARACIÓN PÚBLICA

El acceso a la escuela y a una buena educación están en nuestro país, constreñidas por consideraciones de mercado, es un bien más que se transa como un producto, llevando con ello a las prevalecientes desigualdades sociales, económicas, culturales y geográficas, las que son el reflejo de nuestro desigual sistema educativo.

Desde el comienzo de las movilizaciones, hemos señalado nuestro más irrestricto apoyo a los estudiantes, quienes con conocimiento, en completa autonomía y conciencia ética han expresado sus demandas en un clima de absoluto respeto y en consecuencia con las problemáticas que aquejan a la sociedad en su conjunto.

Las cúpulas políticas de la coalición de gobierno y de la alianza de derecha, hacen caso omiso de las demandas de la gente. Las políticas públicas implementadas son insuficientes y no responden al sentir ni a la emergencia con que la gente las requiere. En el caso de la educación, el acuerdo de las elites políticas han dejado fuera a los alumnos, padres, apoderados y a los profesores, verdaderos protagonistas en lo que a la educación se refiere.

Como corolario de la inmoral actitud de la clase gobernante, se ha reprimido duramente a aquellas personas que se manifiestan en contra del accionar autoritario de los señores políticos, representantes de los electores.

La violencia física y simbólica en el accionar de Carabineros de Chile, y sobre todo los criticables abusos, la fuerza desmedida y la prepotencia de la autoridad, nos llevan lamentablemente a recordar los mejores tiempos de la dictadura militar, oscuros períodos de nuestra historia, que en democracia, creíamos desterrados.

Como cuerpo de profesores del Liceo Tecnológico de Copiapó, consideramos que el uso de la fuerza represiva contra los estudiantes de éste y otros establecimientos, responde a una política de Estado, que persigue desmembrar, fracturar y acallar el movimiento de los jóvenes, amedrentándolos con una serie de represalias improcedentes.

Repudiamos que estos hechos de violencia se produzcan ante la despreocupación de la clase política, la que sólo se manifiesta a través de inoportunas declaraciones de la Ministra de Educación, de los amedrentamientos de alcaldes y sostenedores tanto a alumnos como a profesores.

Estamos igualmente molestos del manejo comunicacional de los medios, quienes desprestigian y subestiman las demandas de los “pingüinos” y maestros, silenciando la negativa popular que ha tenido la LGE (Ley General de Educación); proyecto de ley aprobado en un montaje cirquero de los señores diputados,

La represión como hecho político a lo único que apunta es a destruir un movimiento que bajo el lema de “una mejor calidad de Educación”, se ha impregnado en la conciencia de una nación que está perdiendo el miedo a callar. Estos muchachos y jovencitas pretenden decirle a un país completo la significancia de una mejor educación: una mejor calidad de vida, un país más amable e inclusivo y de un Estado que cobije resguardando a todos sus hijos.

Es por este motivo que emplazamos a la autoridad correspondiente, para que explique a la comunidad copiapina las últimas actuaciones policiales y de una vez por todas asuma su responsabilidad política en el accionar represivo de las fuerzas uniformadas

Los profesores del LTC, hacemos voto por que los grandes ideales que mueven el día de hoy a nuestros alumnos, el día de mañana tengan la posibilidad de entregar sus anhelados frutos.
CUERPO DE DOCENTES DEL LICEO TECNOLÓGICO DEL LICEO TECNOLÓGICO DE COPIAPÓ